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Introducción..................................................................................................... 3 El movimiento social en Andalucía.............................................................. 5 El bandolerismo, problema social y político.......................................... 22 El anarquismo y su ideología...................................................................... 32 Congresos de la Federación Española de la A.I.T.:
Barcelona, Zaragoza, Córdoba.................................................................. 49 Andaluces en la I Internacional............................................................... 59 Bibliografía..................................................................................................... 64
Es difícil buscar la causa; muchas veces será la simple omisión que aparentemente escandaliza menos; pero día a día el problema se agrava porque afecta a más personas y porque la conciencia del mismo aumenta ante la ignorancia, la carencia de soluciones o la aplicación de soluciones mancas, aparatos ortopédicos que disimulan la tara, pero que no la remedian en su totalidad.
«Durante el siglo XIX, dice Ortega, España ha vivido sometida a la influencia hegemónica de Andalucía. Empieza aquella centuria con las Cortes de Cádiz; termina con el asesi- nato de Cánovas del Castillo, malagueño, y la exaltación de Silvela, no menos malague- ño... El ladrón de Sierra Morena y el contrabandista son héroes nacionales. »
Andalucía es escenario de la actuación de las Cortes de Cádiz e implantación de la Soberanía Nacional, del alzamiento de Riego en defensa de la Constitución, de la caída del régimen monárquico de Isabel II.
En Andalucía toma cuerpo y desarrollo el ideal anarquista, de tan mala prensa en nuestra historia. La «propaganda por el hecho», realmente el último recurso, no el fundamental, que emplearon sus hombres, ha venido a definirlos peyorativamente ante nuestra sociedad.
El anarquismo español había ensayado ya, como táctica de lucha, las huelgas y las presiones de sus grandes masas y el hecho insurreccionar; pero el fracaso había sido completo. Sólo faltaba intentar el triunfo por el terrorismo.
«El 23 de septiembre de 1893 Payás arroja una bomba de dinamita el General Martínez Campc4; el 7 de noviembre, Santiago Salvador deja caer desde el último piso del Liceo de Barcelona sobre el patio de butacas dos bombas «Orsini»; el 7 de junio de 1896 estalla otra en la callo Cambios Nuevos al paso de la Procesión de Corpus, y el 8 de agosto de 1897 Angiolillo asesina en Santa Agueda a don Antonio Cánovas del Castillo» (1).
No conviene olvidar que en la España del siglo XIX la libertad nace con «gorro de cuartel»; los pronunciamientos cuarteleros son una normalidad y los magnicidios se suceden hasta muy entrado el siglo XX (Dato, Canalejas, Calvo Sotelo).